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n' UNDO. Tomada de la web del grupo.

n’ UNDO: Un urbanista no hace la ciudad

Entrevista 01.06.2018

Manuel Guerrero

Platicamos con miembros de n’ UNDO acerca de lo que es la ciudad y cómo se construye en conjunto con la participación de profesionales y habitantes.

n’ UNDO ha fundamentado su trabajo como grupo desde el debate interno, donde desarrolla una base teórica que permite el desarrollo de procesos inter y transdisciplinares en el urbanismo. Su constante trabajo ha sido presentado en concursos, acciones en el espacio público y exposiciones en distintas partes del mundo. De la mano con esto, han participado dentro de congresos y talleres para difundir parte de sus reflexiones teóricas.

El grupo —conformado por personas de tan variadas formaciones profesionales como la arquitectura, el urbanismo, la  ingeniería, la filosofía y la física, por mencionar algunas— define sus campos de acción mediante la asesoría urbanística y territorial, el desarrollo de planes urbanos por iniciativa propia de alguno de los integrantes o en conjunto, así como la elaboración de informes técnicos sobre problemáticas específicas.

Dentro del marco de actividades del Festival de Arquitectura Española, organizado por el Centro Cultural de España en México, tuvimos la oportunidad de platicar con Verónica Sánchez (VS) y Alejandro del Castillo (AC), dos miembros del grupo que nos compartieron sus reflexiones acerca de lo que es la ciudad y cómo se construye en conjunto con la participación de profesionales y habitantes, con el fin de brindar soluciones eficaces a problemas concretos.

 

— Algo que salta a la vista de su lista de proyectos es la amplia participación en distintas actividades. Pero, en esencia ¿qué es n’UNDO? ¿De dónde viene el nombre?

VS: n’ UNDO parte de una idea muy sencilla: se pueden mejorar las ciudades y los territorios no solamente construyendo casas. Por medio de la eliminación y la reutilización se puede mejorar mucho nuestro entorno. Desde ahí trabajamos con los modos de actuar que definen nuestra práctica, como la no-construcción y el desmantelamiento.

AC: El nombre es un juego de palabras anecdótico: tiene que ver con las palabras undo en inglés y mundo en español. Es una mezcla de las dos.

Aunque la idea nace con la vocación de ser global, de poder trabajar desde la resta de cosas en el entorno para mejorar, no tiene que ver con operar a una escala local o específica —madrileña, en nuestro caso. Pretendemos que esta manera de plantear la arquitectura —una de las muchas que hay— sea aplicable a una escala global.

 

— Tengo entendido que su equipo se compone por personas de diferentes formaciones profesionales. Cuando surge un proyecto, ¿cómo articulan la gran cantidad de perspectivas que esto puede implicar?

VS: Es uno de los mayores retos que tenemos porque, efectivamente, cada vez que surge un proyecto —que llega del exterior o surge de la inquietud interna del equipo— no tenemos estructura preconcebida. Lo que hacemos es pensar una estructura para cada proyecto, a veces más horizontal, a veces más vertical; en ocasiones, somos más gente trabajando en red. Hay ocasiones en las que todo se centra en dos o tres personas, según las circunstancias.

AC: También se articula mucho a través de la discusión. Alguien ajeno al mundo de la arquitectura —en el equipo tenemos perfiles muy variados— abre más las perspectivas sobre cosas que muchas veces se nos escapan, lo cual genera días y tardes de debate, que podría sonar tedioso, pero siempre es enriquecedor.

 

n’ UNDO. Tomada de la web del grupo.

 

—¿Trabajan sobre alguna definición específica la ciudad o es algo que se construye sobre la marcha y según el contexto?

VS: Para nosotros, la ciudad es una adición de capas: un tablero en el que se añaden cosas, de la que nos interesa su persistencia y complejidad. No entendemos el urbanismo como una ampliación de lo nuevo o una creación de áreas, sino como el trabajo sobre la ciudad existente, que es muy variada y está dando errores todo el tiempo. Lo que sí está en reconversión son las metodologías que utilizamos, según lo que va surgiendo.

AC: Es un lugar donde pasan muchos problemas que, desgraciadamente —al menos en nuestro contexto—, en los últimos años, se habían olvidado. La ciudad se había preocupado de crecer —también porque ahí está el negocio— y se había olvidado de la problemática de lo existente, donde vive la gente. En ese sentido, ahí entra en consideración la incertidumbre y el tiempo, algo constante en nuestro trabajo. Precisamente, la ciudad es algo que está en constante movimiento y transformación, sin saber nosotros hacia dónde va a ir ni cómo va.

 

—¿Cuál ha sido el proyecto más grande —en términos de logística y planificación— que han realizado hasta ahora?

VS: Hemos trabajado en el master plan de Kalmar —una ciudad de Suecia—, donde había una ampliación de viviendas planteada por la municipalidad. Fue un concurso europeo y nuestra propuesta fue que no había necesidad de ampliar esas viviendas sino densificar la zona que tenían. Esto produjo una modificación en el plan maestro de la ciudad que desde el 2015 están desarrollando y todavía continúa en marcha.

AC: Es un proyecto que trabaja en la escala territorial. Aunque en su enunciado, el concurso hablaba de cómo construir un determinado número de viviendas, a nosotros era lo que menos nos interesaba. Nos parecía importante trabajar en esta zona que había sido algo como una «ciudad dormitorio», por lo que era interesante tratarla en relación al territorio en el que está insertada, a un lado de un humedal.

 

— Quizá esta pregunta se desvíe un poco, pero revisando los registros de sus distintos planes, encuentro que el dibujo, la fotografía y las cartografías —en algunos casos— juegan un papel considerable en la presentación de las ideas, pero no de una forma meramente documental o descriptiva: considero que se entreteje una estética particular. En un momento para el arte que se nutre por la participación de personas de diferentes carreras y en el que los museos de arte contemporáneo han mostrado un interés por exponer el desarrollo de procesos de investigación en diferentes campos, ¿en algún momento han visto su práctica desde una perspectiva artística?

VS: Hay varias cosas en lo que nos preguntas. Por un lado, es cierto que nuestra definición gráfica y nuestro planteamiento estético es un posicionamiento frente a los renders y colorines. Hemos decidido trabajar en blanco y negro; escribir más que dibujar y hacer gráficos que con el mínimo procuren contar el máximo. A partir de ahí, también es verdad que ha derivado en una estética rotunda que nos sirve para coordinarnos entre nosotros; además, trabajamos con acciones de activismo y de carácter artístico.

AC: Dos cosas para complementar lo que dijo Vero: tratamos —y esto genera también mucha discusión— de que todo lo que hacemos sea consecuente de la idea con la que trabajamos. Si hablamos de que hay que hacer menos para conseguir más, no tendría mucho sentido que de pronto tuviéramos unos planos barrocos llenos de colorines. Iría en contra de lo que intentamos contar. Por ahí sí que hay un posicionamiento estético. Y también hay un intento —precisamente por el grupo que somos, nutrido de la heterogeneidad— de que lo que realizamos traspase las fronteras de lo meramente arquitectónico. Por eso trabajamos en la ciudad y en el diagnóstico de problemáticas; por eso la intervención artística en Cataluña que proponía una reflexión sobre cómo se ha destruido el litoral mediterráneo. Quizá no hay algo plástico —en el sentido del arte tradicional— sino que hay alusiones con el happening o el arte de acción. Esto también tiene como fin hacer un poco de activismo, porque nos parece que la arquitectura se ha mantenido muy hermética y al margen de la sociedad. Pensamos que esta clase de activismo conecta mucho a la sociedad con la arquitectura.

VS: Usamos el arte para visibilizar problemáticas urbanas.

AC: En nuestra opinión, la gente sí está interesada en el lugar en el que vive pero, muchas veces, no atiende a cuestiones urbanas porque parece que hay una barrera infranqueable entre quién hace ciudad y quién la utiliza.

n’ UNDO, Improving Public Space. Tomada de la web del grupo.

 

—Respecto a esta última distinción entre hacer y vivir la ciudad. ¿Su práctica esta enfocada en generar un punto en medio, en el que los habitantes de un barrio —por ejemplo— sean partícipes del proceso de construcción de la ciudad y no sólo sea un esquema dado, no?

VS: La ciudad se hace desde distintos sitios: es un sistema hipercomplejo. La idea de que haya un maestro en un despacho que diseña una ciudad desde cero es obsoleta. Es inocente, por no decir absurdo, pensar que una sola persona pueda generar un lugar para vivir para un gran número de personas. En muchos de los procesos integramos agentes para definir el plan, a veces desde talleres, consultas, registro histórico… pero siempre con un numeroso grupo de personas en consideración. Sería absurdo pensar que un urbanista hace una ciudad.

AC: Usar el término «participación» es controversial porque tiene ahí unas cuestiones un poco tramposas. Nosotros queremos pensar —retomando las ideas de unos colegas en Madrid— en prosumidores: personas que no sólo utilizan la ciudad sino que también la producen. En este sentido, nos parece muy valioso que el diagnóstico de un sitio, de sus errores, lo haga la ciudadanía, porque es quien conoce la dinámica. Como lo has señalado muy bien, hay que fusionar las dos cosas para encontrar un punto medio: tampoco serían validas las propuestas que sin ninguna referencia técnica apliquen soluciones, porque eso también puede dar errores. Hay que encontrar el equilibrio y abandonar la idea de que el ciudadano sólo usa y consume la ciudad.

 

—Se dice que la Ciudad de México —a pesar de contar con excelentes propuestas de diseño sustentable— es muy poco organizada en cuanto a movilidad y construcción de viviendas; no es casual que la idea de la «mancha gris» sea tan citada cuando se habla al respecto de ella. Dada su experiencia como consultores en el desarrollo de planes urbanos y su estancia aquí, ¿qué opinión tienen sobre la organización urbana de la capital mexicana?

VS: Pienso que es un ejemplo del futuro de las ciudades. La tendencia es que las ciudades sigan creciendo, que cada vez hayan más capas, más gente… y esta ciudad va en cabeza en esta evolución. La encuentro interesante: es un caso de estudio a revisar para cualquier urbanista. Y —sin tener el gusto de conocerla a profundidad ni de haberla analizado seriamente— la percepción que tengo es la de una demostración de que el caos, la entropía y la heterogeneidad funcionan y que el urbanismo no tiene que pretender ordenarla, sino acompañarla y dirigirla, entendiendo su flujo distópico.

AC: Quizá te lleve un poco la contraria [Verónica] pero, cuando estábamos aterrizando —es la primera vez que venimos a la Ciudad de México— la verdad es que uno se queda bastante asombrado: es una mancha gris que parece que no se acaba nunca. Entonces, sobre eso, hablando con amigos y colegas que viven acá, me comentaron que dentro de esta ciudad hay muchas ciudades. En cada barrio, hay un centro. Entonces ese esquema de ciudad dentro de ciudad me parece que funciona: es policéntrica.

También pienso que el caos funciona, pero considero que hay que establecer unas pautas de juego mínimas, que involucran equipamiento, transporte público… en esta ciudad, donde se genera la informalidad, tendrían que existir condiciones mínimas de densidad. Al final, en este caos, el que sale perdiendo es el espacio público: cuando empieza a crecer sin orden, si no hemos prefijado un mínimo de espacio público, creo que la informalidad crece. No es algo sencillo, desde luego.

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—¿Tienen actividades planteadas en los siguientes días en la Ciudad de México?

VS: Pensamos hacer una intervención el día de hoy [31 de mayo] con los chicos de un taller que impartimos en el Centro Cultural de España en México. Vinimos con un esquema muy abierto porque no sabíamos muy bien qué tipo de inquietudes tendrían nuestros estudiantes y siempre en nuestros talleres intentamos recoger la problemática del lugar.

Lo que hemos hecho es mapear los lugares de ruido y de silencio en la ciudad. Localizar los puntos críticos y pensar en una acción que se pueda realizar en un punto de ruido, el cual fue localizado en el Eje Central. Vamos a ver qué sucede cuando tratas de establecer un espacio de silencio en un lugar de este tipo.

AC: Muchas veces se piensa que la peatonalización de las calles de alguna manera va a apaciguar el ruido, pero esto no siempre es así: conforme uno camina, hay vendedores ambulantes, por ejemplo. Veremos qué sale de ello, cuando uno pida un momento de silencio. Las acciones tienen esa cualidad: a veces salen bien, a veces terriblemente mal.

Manuel Guerrero

Ha participado en más de quince exposiciones colectivas y encuentros de arte sonoro en México, Reino Unido, Japón y España. A la par de la producción artística, ha escrito para más de doce plataformas dedicadas a la reseña y crítica de arte.

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