En México, el diseño —una disciplina en principio joven ya que sus fundamentos en el mundo proceden del siglo XX— tuvo sus primeras grandes figuras durante el modernismo. De ese momento, la Historia ha consignado nombres como Clara Porset y Michael van Beuren, así como de varios arquitectos que diseñaron muebles como Óscar Hagerman o Agustín Hernández.

Luego, a partir de que la disciplina se convirtió en una carrera impartida en universidades a finales de los 50, las posibilidades de profesionalización se incrementaron; y desde la década de los 90, una creciente escena se abre paso con nuevos criterios y estrategias.

Hoy, a 60 años de que se abriera la primera Escuela de Diseño en nuestro país (en la Universidad Iberoamericana), existe una nutrida comunidad que sigue creciendo.

En 2018, pedimos a cinco de esos de esos diseñadores —a quien nosotros consideramos futuros clásicos del diseño mexicano—, que nos recomendaran algunos proyectos emergentes. Y esas recomendaciones son la base del presente artículo.

Dividida en dos partes, esta selección no intenta ser un listado absoluto. Nos gustaría más que se leyera como la recopilación de un grupo de diseñadores que están destacando por generar nuevos estilos y nuevas formas de hacer las cosas.

 

—Circulār Biodesign
Alumnos de Diseño industrial de la UANL

Desde los inicios de la civilización, los humanos no hemos cambiado demasiado en lo que se refiere a la producción de enseres (vestimenta, mobiliario, herramientas, etcétera). Es decir, por supuesto que ha habido cambios tecnológicos revolucionarios, pero entre talar un árbol o crear un polímero con base en el petróleo existe el mismo principio (el uso de recursos) e idéntico final (la generación de un desperdicio que se acumulará sobre la Tierra).

En lo que se refiere al diseño actual, uno de los cambios más notables no tiene que ver con el qué (ni con los objetos en sí, ni con su forma o estilo) sino con el cómo. Y el uso de biomateriales promete modificar la dependencia de la «fabricación» de materiales (muchas veces tóxicos para el medio ambiente), y el cambio hacia el «cultivo» de éstos.

Con base en las propiedades y posibilidades de los biomateriales, Pedro Arturo Ruíz y Gerardo Osio desarrollaron Circulār Biodesign.

El proyecto nació de la colaboración con Polybion, una empresa con sede en Guanajuato, que crea biomateriales provenientes del micelio de los hongos y de bacterias. Polybion cultiva hongos y bacterias para obtener materiales semejantes a algunos plásticos y pieles.

Gerardo Osio entendió las posibilidades de los biomateriales y con la asesoría de Pedro Arturo Ruiz gestionaron un proyecto con sus estudiantes de la carrera de diseño de la Universidad Autónoma de Nuevo León.

Esta colaboración, que inició en 2017, recientemente ganó una mención honorífica por Impacto Social por parte de la iniciativa What Design Can Do.

«Los biomateriales son el futuro, debemos acercarlos a las personas, normalizarlos. Nosotros creemos que los diseñadores deben ser los primeros en poner esta conversación sobre la mesa, ya que somos los diseñadores quienes podemos visualizar futuros (cercanos o lejanos)», nos cuentan en entrevista Pedro y Gerardo.

Cada semestre los estudiantes trabajan una serie de ejercicios que dan como resultado una colección que este 2019 fue posible ver en el pabellón Novedades del Abierto Mexicano de Diseño y en la exposición Tecnopop, en el Laboratorio de Arte Alameda.

¿Cómo podemos adquirir sus productos? Pedro y Gerardo nos cuentan que Polybion está trabajando en su tienda online, donde éstos serán comercializados.

Puedes mantenerte al tanto de las novedades de Circulār Biodesign mediante sus cuentas de Facebook e Instagram. 

 

—Comité de Proyectos*
Andrea Flores y Lucía Soto

Al igual que muchos egresados de las carreras de diseño, Andrea Flores (Ciudad de México, 1979) y Lucía Soto (Ciudad de México, 1986) trabajaron para un despacho donde se conocieron. Para los jóvenes diseñadores, iniciar en un lugar establecido representa ganar experiencia, así como conocer el mercado y los tejemanejes que pueden vivirse con los clientes.

«Compartíamos una visión y valores laborales similares y en 2014 decidimos probar suerte juntas». A partir de entonces Comité de Proyectos ha producido una veintena de proyectos de interiorismo y varios objetos que incluyen sillas, libreros, maceteros y lámparas.

Algunos productos los han desarrollado para cubrir la necesidad de un proyecto en específico, digamos un carrito de servicio para una casa en Chihuahua, o un sofá cama para un departamento en la colonia Escandón. Otros, en cambio, que han estructurado como colecciones, son el resultado de un trabajo de reflexión y búsqueda estética.

«Pensamos el diseño como un conductor cultural [y en] los objetos de las colecciones, encontramos un espacio para comunicar lo que nos motiva», nos cuentan.

Hasta el momento han diseñador tres colecciones.

La más reciente es Entropía, un librero ensamblable de madera de encino, metal y concreto que refiere a la estabilidad y que fue su respuesta creativa a los sismos de septiembre de 2017. «Con esta pieza honramos las iniciativas de la sociedad civil por la reconstrucción de nuestra ciudad y nuestras comunidades», afirman.

Trama, por su parte, consta de una poltrona, una mesa de centro y una mesa lateral. Esta colección fue presentada durante la exposición Inédito de 2016, que organiza Design Week para impulsar el trabajo de jóvenes talentos. Inspirada en el Espacio Escultórico de CU, Trama nos habla sobre cómo la naturaleza puedo invadir los espacios privados.

Binomio, en cambio, es una colección por medio de la que, las diseñadoras reflexionaron sobre lo artificial vs. lo natural; y sobre nuestro deseo por controlar las fuerzas de la naturaleza.

Para conocer su trabajo puedes entrar a su página o a su página de Instagram.

*Recomendación de Joel Escalona.

 

—Ana Luz Chamú + Ramsés Viazcán

El trabajo colaborativo es otra de las constantes presentes en el diseño hecho desde México. Con un mercado en crecimiento y una industria aún muy limitada, los diseñadores suman esfuerzos para insertarse en un sector cada vez más concurrido.

El trabajo en conjunto no solo tiene ventajas de operación; sino que también permite desarrollar prácticas que se enriquecen con las ideas, contextos y pasiones de cada uno de los participantes.

Ramsés Viazcán (Ciudad de México, 1993) fundó un despacho de diseño apenas en 2017.

Ya desde sus épocas de estudiante había coincidido con Ana Luz Chamú y ambos compartían las mismas inquietudes. «[Nos interesaban] las problemáticas sociales y las políticas que influyen en el diseño. En ese sentido, hicimos nuestra tesis de licenciatura juntos y desde entonces no hemos parado de trabajar», nos cuenta Ramsés.

Esta asociación ha rendido frutos y recientemente su trabajo fue galardonado con un premio dentro de la Décima Bienal Nacional de Diseño.

Pero la colaboración no se limita al trabajo con otros diseñadores. En su práctica, Ana Luz y Ramsés integran el trabajo de artesanos mexicanos. Este proceso, sin embargo, no sucede de manera vertical. «Nuestro trabajo, más que colaboraciones, son negociaciones pues implican una relación tirante entre formas distintas de entender el mundo. Desde esa pluralidad de pensamientos es posible negociar y generar nuevas perspectivas y escenarios en donde se concentren la síntesis de esas voces y pensamientos distintos, sin caer en la exotización o la folclorización», nos explican.

Uno de sus más recientes proyectos nació de esta manera. Se trata de Frontera, un enfriador portátil de barro para agua que fue presentado en la reciente edición del Abierto Mexicano de Diseño y que ganó uno de los premios de la Bienal Nacional de Diseño. «Trabajamos con la artesana Rufina Ruiz López, y a través de esta negociación pudimos entender cómo aprovechar al máximo las capacidades del barro de Atzompa (Oaxaca).

La pieza se ofrece como una alternativa al uso del agua embotellada, y a través de todo su contexto puede afirmarse que contiene también parte de la historia del Taller Ruiz López, y de Santa María Atzompa.

Entre los muchos proyectos que Ana Luz y Ramsés tienen en puerta se encuentran la creación de mobiliario que fomente las habilidades de biliteracidad y diálogo intercultural en la población bilingüe Nn’anncue Ñomndaa (amuzgos).

A través de su página y sus redes sociales es posible conocer sus proyectos y estar al tanto de dónde se pueden conseguir sus productos.

 

—Gerardo Osio* 

Mostrar el trabajo en ferias y exposiciones de diseño, representa un campo de experiencias y enriquecimiento para cualquier diseñador, ya que éste puede poner en perspectiva su trabajo frente a las tendencias que se siguen de manera global.

A pesar de que aún no llega a los 30, Gerardo Osio (Monterrey, 1991) cuenta en su haber con algunas exposiciones en México y en el extranjero. Si bien Gerardo se dedica también a la docencia, y ha trabajado para otros despachos de diseño, desde que era estudiante se planteó la idea de realizar un trabajo individual e íntimo. «Siempre tuve la curiosidad de desarrollar mi propia práctica […] involucrando investigaciones relacionadas con la naturaleza, la sociedad y la cultura».

Así como mucho del trabajo que se realiza actualmente en el área del diseño a nivel global, Gerardo ha vinculado su práctica a materiales naturales y al trabajo de artesanos. En este reconocimiento, Gerardo ha encontrado que el diseño puede ser también una «reflexión sobre nosotros mismos como sociedad y como seres vivos».

Esta reflexión ha dado como resultado la creación de objetos emocionales que además de ser funcionales, son fáciles de acoger en la vida cotidiana de los usuarios.

Seki, por ejemplo, es un taburete diseñado en conjunto con la plataforma SERIAL —conformada por Guillermo Flores, Pedro Arturo Ruiz, Gerardo Osio, Pablo Alvarado, Roberto González y Ulises Esquivel— cuyas formas se adaptan a las posturas del cuerpo humano.

Otro de sus proyectos que más nos refieren a esta capacidad emocional de los objetos es Nomadic Life, un cofre donde cabe una serie de enseres como un tatami, un cojín y una vajilla, entre otros.

Fabricado en colaboración con artesanos de las prefecturas de Kioto, Fukui y Okayama en Japón, cada uno de los objetos es una declaración sobre la propensión contemporánea a la vida nómada y sobre cómo a través de la artesanía y se pueden generar experiencias placenteras que nos remiten al hogar.

Para conocer más sobre el trabajo de Gerardo y adquirir sus productos, puedes contactarlo en correo personal o en su cuenta de Instagram.

*Recomendación de Jorge Diego Etienne.

 

—Popdots
Melisa Aldrete y Luis Cárdenas

Fundado en 2012 por Melisa Aldrete y Luis Cárdenas, Popdots es un estudio establecido en Guadalajara, dedicado a la experimentación con la cerámica. Esta experimentación no es un decir. En realidad, en un principio, ni Melisa ni Luis conocían el proceso de convertir la arcilla y el fuego en objetos de uso cotidiano. Sin embargo, debido a su curiosidad, a su inclinación por el trabajo hecho a mano, y gracias al trabajo conjunto con artesanos mexicanos como Rodolfo González, pronto se involucraron en un proceso que los ha llevado no solo a crear una colección de objetos utilitarios, sino a plantearse reflexiones de donde han salido proyectos de investigación.

Así sucede, por ejemplo con Rastros, una serie de objetos que surgió de preguntarse si es posible aportar algo nuevo al ramo cerámico, y qué es lo que sucede cuando se añaden nuevos agentes a las mezclas tradicionales.

Lo que implica esta reflexión y este cuestionarse materiales, formas y procesos es también una de las características del diseño contemporáneo; y ha llevado a varios diseñadores a territorios que superan lo utilitario.

Uno de sus primeros proyectos es Eco, un artilugio low-fi que se adapta a nuestras necesidades hi-fi. Se trata de un aerófono o cuerno acústico que puede utilizarse a manera de bocina cuando se coloca un smartphone en su parte superior.

Para conocer más puedes entrar a su página o a sus redes sociales.

Nadia Benavides Méndez